Bretaña florece en otoño.
Dulcemente,
con la humedad del rocío.
En blancas sábanas de lino antiguo.
Estremecida,
ante el roce de las palabras.
Meditando a orillas del mar.
Muriendo,
en sueños desbordados.
Irreconocible e inalcanzable.
Empapando,
hasta el último rincón.
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