Ese día la miré
directamente a
los ojos
me reí en su cara
sin dudas
sabía que era cuestión
de tiempo
quizás, incluso,
ese era
el momento
el fin de mi
tiempo.
No me importó
me reí en su cara
con dos cojones
o sin pensarlo
mucho
eso es lo de
menos
lo importante es
que allí
estábamos,
los dos
mirándonos
fijamente
víctima y verdugo
la fuerza y la
debilidad
sin saber muy
bien quien
era quien
- ¿No
tienes miedo?
- En
absoluto.
- Eres
un insensato.
- ¿Y
eso te importa?
- No.
- A mi
tampoco.
A veces la
insensatez
te da todo lo que
necesitas
la fortaleza, la
dignidad,
incluso el
sentido del
humor
nadie más que tú
lo sabe
los demás sólo
pueden
imaginar, intuir,
fantasear
- Es el
shock, los nervios…
Nada de eso
no había estado
más sereno
en mi vida
más tranquilo
más consciente de
mi
nula importancia.
Atiborrado de
calmantes
la miré a los
ojos
y solté una
carcajada.
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