domingo, 16 de diciembre de 2018

El café

Está libre
la mesa de siempre
al final del bar
la última de la fila
como en una ordenada aula
los parroquianos leen la prensa.

Las ventanas a la izquierda
la sombra para los zurdos
sigo el ritual
mi mochila sobre la silla
pegada a la pared
pasillo para mi.

Poso mi viejo abrigo
sigo con guantes, mitones
manías
me siento cómodo con mi
aspecto abandonado,
vagabundo.

Ella me mira
me preguntan sus ojos.
Lo de siempre
un café, descafeinado, solo.
tiene ojos vivos
tras la barra.

No apuesto 
a los caballos, ni al boxeo
no bebo vino
ni cerveza
sólo café
no soy Henry.

El paso del tiempo
delata su escote
su energía lo disimula
todos la conocen
nadie se sorprende.
Mi café.

Libreta, lápiz
periódico, café
mitones, gorro
café caliente
miradas distraídas
palabras, las busco.

Pensar, a veces 
duele.
Pienso en los cambios
en las ausencias
el tiempo, en 
blanco, sigue el papel.

Reordenar mis ideas
escucho a un matrimonio
comentar las cosas del día
no me importan, pienso en ti
en los cambios
las cosas que eran del día.

Del día, 
de la semana
del mes
del olvido
que me va cambiando
que me desgasta.

En la mesa de siempre
al final del bar
quizás suene el teléfono
eso alivia un poco
la sensación de
derrota.














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