El desengaño de Safo
como fruta envenenada.
No eran ellas, sus hermanas
eras tú, sólo tú.
Sólo tú.
Quien caminaba sobre cristales,
rotos.
Quien sentía fluir la sangre,
caliente.
Mojando piedras y cenizas,
eras tú, sólo tú
quien bebería la última copa
quien ardería entre vómitos.