Aquel río
rebelde
se empeñó en alcanzar la montaña
impetuoso
como orquesta de guitarras
abrasando cuerpos y gargantas.
Desafió su naturaleza
saludó árboles conocidos
reconoció rocas del pasado
acarició hierbas y peces.
Ascendió
ascendió hasta fallarle las fuerzas
recordando cada minuto
de los últimos mil años.
Desbordado, agotado, consumido
se dejó morir rozando la cima
vencido por lo imposible.
Y una vez más
saludó a árboles conocidos
reconoció rocas
acarició hierbas y peces...
lejos de la cima.
Pero lo hizo... no se venció antes de intentarlo, y así fue que lo logró... es allí donde está el mérito.
ResponderEliminarUn beso.
No, no y no, no se deja vencer.
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