martes, 27 de septiembre de 2016

Baalbek


No seas tragedia,
ni océano,
ni tormenta.

No seas drama,
ni llama,
ni relámpago.

Sé sólo aire,
sé lluvia
y jazmín
y dalia.

Que el aire que me rodea
reconozca tus pulmones.
Que la lluvia que me refresca
sea hija de tus labios.

Permíteme yacer aquí
en el barro de Baalbek
más allá de los límites,
donde reinan las estrellas.

Hundirme en el jardín ausente
y regalar mi carne torturada
al alimento de la tierra marchita.

Y quien sabe
si tu aire, si tu lluvia,
si mi carne, si mi sangre,
darán la vida, al fin,
a aquella flor nueva que sueño
y provoque tu sonrisa.


2 comentarios:

  1. ¿Existe ser que se negaría a semejante pedido?

    ResponderEliminar
  2. Habrá que ofrecer la vida hasta conseguirlo.

    Gracias por el enlace, Alma. Un besito.

    ResponderEliminar